viernes, 9 de abril de 2010

¿El gigante se despierta?

¿El gigante se despierta?
por Federico Bertuzzi


Estoy orando para que el gigante despierte". Tal era la frase que me escribiera hace dieciocho años, desde Europa, mi buen amigo Gregorio Livingstone. "¿Que el gigante despierte?", me pregunté al leer la carta. "¿Cuál gigante?" La frase continuaba:... "¡que el gigante de la iglesia evangélica en Latinoamérica despierte para la evangelización mundial!"
Por ese entonces, contaba yo con mis veintidós años y estaba cursando el primero del Instituto Bíblico Buenos Aires. La expresión quedó grabada en mi mente, nunca había oído algo semejante, y honestamente, no logré comprender entonces el alcance de lo que mi amigo estaba queriendo decirme.
Pasaron los años, los de estudio hasta mi graduación, más unos doce de pastorado en una congregación local de la ciudad de Santa Fe, Argentina. Entre medio, viajé varias veces dentro del país y fuera de él por causa del ministerio. Pude recorrer una parte de nuestro continente y cruzar a otros también y durante todo este tiempo he estado siguiendo de cerca el desarrollo misionero de nuestro continente. Ahora puedo decir "Sí; las oraciones de mi amigo Gregorio han sido contestadas". Rectifico: "están siéndolo". El gigante está despertando y pronto podrá hacer sentir fuertemente su accionar en el resto del mundo.
ALGUNOS PRECURSORES
No hay duda de que la visión y la participación misionera de América Launa no es ni reciente ni novedosa para quienes conocen algo del tema, pero esa historia está dando un gran vuelco. Rastreando los factores que contribuyeron en épocas recientes a un marcado avance misionero, hay algunos cuya incidencia es notoria. No son los únicos, pero creo que sobresalen.
Uno de ellos fue el barco Doulos, con sus tres circunvalaciones alrededor del continente (por el Atlántico y por el Pacífico) durante los años 1979 al 1983. Con su heterogénea tripulación internacional a bordo, muchos creyentes latinos tuvieron la primera oportunidad en su vida de conversar con otros creyentes de África o Asia, y sentir bien de cerca el desafío misionero de aquellas regiones del mundo. El llamado misionero mundial que se oía, puerto tras puerto, en el salón auditorio del Doulos, dejó una huella indeleble en miles de latinoamericanos. Muchos creyentes de iglesias locales asistían a las conferencias dadas en el barco mientras estaba en puerto y salían con una nueva dimensión de la obra evangélica mundial, de lo hecho y lo por hacer. La visión había comenzado a ser implantada.
En segundo término, conviene señalar que han habido también otros hermanos de nuestras tierras que con igual celo y pasión presentaron el llamado de los campos inalcanzados. Recuerdo cuando un dedicado joven uruguayo (reservo su nombre por razones de su ministerio actual, sirviendo como misionero en un país del norte de África), en 1983 recorrió por tierra de norte a sur las tres Américas, pasando país por país para compartir en las iglesias el reto islámico de los pueblos árabes norteafricanos, que luego de haber pasado dos años preparándose en El Cairo, Egipto, para el campo misionero, volvió a repetir su extenso periplo en 1985. El es sólo un ejemplo; muchos otros han venido compartiendo su carga por las misiones transculturales en conferencias, retiros, iglesias, etc.
En tercer lugar, es indudable que COMIBAM 87, su proceso y evento, quedara marcado como un hito en la historia de los evangélicos de América Latina. Más de tres mil personas se dieron cita en San Pablo, Brasil, a fines de 1987 para asistir a este congreso. Ralph Winter, conocido misionólogo y escritor, comentó que tanto ideológicamente como por sus implicancias estratégicas, éste era el acontecimiento de mayor trascendencia del siglo. ¿Una mera apreciación entusiasta del momento? En su discurso de apertura, Luis Bush, presidente de COMTOAM, expresó: "Hasta 1987 América Launa fue considerada campo misionero. A partir de 1987, se declara fuerza misionera". Los efectos de este encuentro continental se continúan observando en numerosos países: congresos, retiros, agencias misioneras que están naciendo, latinos que van hacia otras culturas, etc.
EL POTENCIAL LATINO
Con cerca de 400 millones de habitantes, nuestro continente es uno de los grandes del Tercer Mundo, o como algunos suelen denominarlo mejor, "el mundo de los Dos Tercios" (Hemisferio Sur). Las iglesias evangélicas se han multiplicado por miles en los últimos cincuenta años, llegando a conformar al presente un pueblo de más de 35 millones de comulgantes. En algunos de nuestros países, los evangélicos crecen de dos a tres veces más rápidamente que la población. Guatemala, con 8 millones, tiene un cuarto de su población evangélica; Chile, un quinto y Brasil no se queda muy atrás con su 17% (11 millones de miembros adultos y una comunidad evangélica de alrededor de 24 millones). Este fenomenal crecimiento, que como sabemos no deja de intranquilizar a la curia romana, representa un tremendo potencial de recursos humanos para la Gran Comisión. Por citar un solo país. Argentina, con aproximadamente 1 millón de creyentes entre sus 30 millones de habitantes (porcentaje bajo), cuenta con más evangélicos que sumando todos los creyentes que viven en España, Portugal, Francia, Bélgica, Luxemburgo, Austria, Italia, Yugoslavia, Albania y Grecia. En población general, estos países suman 220 millones de habitantes, pero de cristianos renacidos, entre todos, tienen menos de un millón.
Ahora bien, ¿qué nos dicen estos datos en cuanto al potencial de recursos humanos para los campos aún no alcanzados del mundo? ¿En qué medida están nuestras iglesias involucradas en el envío de misioneros al extranjero y en su sostenimiento? Por cada misionero que sale, ¿cuántos miembros se quedan para apoyarlo económicamente? La relación "misionero enviado por número de miembros que lo sostiene" puede variar considerablemente de un lugar a otro, y de una denominación a otra. Veamos algunos ejemplos.
En EE.UU., la relación es de 1/1.950; es decir que, por cada misionero enviado al extranjero, hay 1.950 miembros que, teóricamente, lo sostienen. En otras palabras, se necesitan casi unos 2.000 creyentes para mantener a un misionero. En Europa, Suiza envía un misionero por cada 2.400 miembros, siendo éste el más alto índice de todos los países europeos (menos creyentes por misionero). Dentro del mundo de los Dos Tercios (Hemisferio Sur), nos encontramos con algunas sorpresas: Singapur ostenta el más alto índice a nivel mundial, con una relación de 1/1.350, seguido del Japón con 1/3.300.
Si América Launa pudiera mantener una modesta relación, digamos de 1/5.000, esto equivaldría a contar con unos 7.000 misioneros. O si imagináramos la proporción que se da por ejemplo en Singapur, nuestro continente dispondría de aproximadamente 25.000 misioneros, de los cuales unos 17.000 serían de un solo país: Brasil.
LAS MISIONES ASIÁTICAS
No dejo de preguntarme con cierta perplejidad, por qué los creyentes asiáticos, siendo tan pocos en relación con la población y con una sociedad que no es cristiana por el ni aun de nombre (todo contrario, son más bien budistas, hinduistas, confucionistas, paganas, ateas o cualquier otra cosa), han podido involucrarse en un alcance mundial desde hace años ya. Uno podría razonar “Tienen tanto por hacer en sus propios países, hay tan escaso número de iglesias y creyentes; pues, que trabajen en su propia casa, que evangelicen, planten iglesias, aumenten el porcentaje de cristianos en su propia Jerusalén, en su Judea,... y luego que piensen en el extranjero".
Pero no ha sido así el planteamiento de ellos. La Asociación de Misiones Asiáticas (AMA), que agrupa a agencias misioneras transculturales, tuvo sus orígenes en 1973, hace 16 años. ¿Cómo pudieron ellos pensar en ir al extranjero a evangelizar si tenían tanto terreno por conquistar dentro de sus propios países? Japón ha enviado más de 140 misioneros al extranjero. Indonesia 120, Corea 650. ¿Será porque son países con una moneda fuerte? En el caso de algunos sí, pero en el de otros, no. Y es que la verdadera dinámica misionera pasa por otro concepto, al que, tal vez, ellos supieron captar antes que nosotros: no se necesita acabar antes toda la tarea en tierra propia para pensar en salir luego. Las misiones mundiales deben estar presentes desde un principio, en simultaneidad con las misiones domésticas.
EL DESAFIO ISLÁMICO
Es sorprendente cómo el mundo islámico en general, y el árabe en particular, concitan cada vez más la atención en el ambiente evangélico latino. Si hay un pueblo que debiera ser idóneo, como el que más, para comunicarse con mayor facilidad con los 200 millones de árabes, ese pueblo somos nosotros: ¡los latinos! Se produce una estrecha identificación entre latinos y árabes (mayor que con otras culturas, como por ejemplo, la anglosajona, asiática, negro africana, etc.). Esto se explica fácilmente por varias razones;
a) Históricas: España, conquistadora de América hispana, permaneció durante 8 siglos bajo dominio moro, hasta 1492.
b) Lingüísticas: el castellano tiene unas 6.000 palabras de origen árabe.
c) Sociopolíticas: pertenecemos a un común Tercer Mundo, no identificado con ninguno de los grandes sistemas colonialistas de Europa, EE.UU. o el bloque comunista ateo.
d) Fisonómicas: el color de la piel y los rasgos faciales de latinos y árabes suelen ser muy similares.
e) Culturales: la hospitalidad, la impuntualidad (¿por qué negarlo?), la valoración de la familia, una modalidad de vida centrada más en las relaciones interpersonales que en el rendimiento.
Si la iglesia latina se levanta, podrá constituirse en el mayor semillero de recursos humanos para evangelizar efectivamente a los musulmanes. Pero no lleguemos apresurados a falsas conclusiones por lo apuntado anteriormente. También las distancias a franquear pueden llegar a ser abismales. El latino que vaya a servir al Señor a un país musulmán deberá estar suficientemente preparado para saber soportar el natural choque cultural, los cambios en el idioma, la alimentación y las costumbres, el ostracismo, la falta de respuesta a sus esfuerzos evangelizadores, la oposición, etc., el olvido de muchos connacionales. Acostumbrado en estas tierras a obtener resultados con relativa facilidad, le costara muchísimo aceptar que entre los árabes obtenga tan escasos frutos luego de sufrientes años de testimonio.
LA CLAVE ES EL PASTOR
Ocupados en atender la grey, los pastores solemos perder fácilmente la visión del resto del mundo. Mirando el árbol, no vemos el bosque. Tenemos miedo de que si enviamos dinero afuera, no vamos a cubrir el presupuesto local. O tememos que si predicamos sobre las misiones, más de un fiel y abnegado colaborador se nos vaya de nuestro lado. Son razonamientos puramente humanos. El precepto escritural, sin embargo, al que haremos bien en atenemos, es este: "Dad y se os dará". Las misiones son un poderoso motor para la iglesia: impulsan la vida de oración, la santidad, el evangelismo, las finanzas, la educación, extensión, el discipulado, etc. Las misiones no compiten para nada con la labor local; todo por el contrario: la dinamizan y le dan la correcta perspectiva dentro del marco global de referencia con que Dios mira a todo el mundo.
El pastor que capta la visión misionera mundial (desafortunadamente, escasísimos seminarios han sabido inculcarla en sus estudiantes) no tendrá de qué arrepentirse si logra infundirla en el seno de su congregación. Si el siervo de Dios es de espíritu misionero, su iglesia también lo será. No conozco iglesia misionera que no tenga al frente un pastor con pasión misionera. Tal el pastor, tal la iglesia. Como en tantas otras facetas de nuestro ministerio pastoral, la clave del éxito la tenemos nosotros, los pastores, y las misiones no son ninguna excepción a esta regla.
CONFERENCIAS MISIONERAS
¿Qué mejor manera de involucrar efectivamente a la iglesia local en las misiones mundiales que organizar conferencias misioneras anuales? Los pastores organizamos, habitualmente, campanas evangelísticas, cursos de mayordomía, seminarios para la familia, etc. Pero, ¿qué hacemos para motivar a las misiones y despertar vocaciones en la juventud? La Conferencia Misionera Anual es la mejor respuesta para eso.
En cierta ocasión. Millón Pope me di-"Usted logra lo que predica. Predique santidad y tendrá santidad; predique los diezmos y tendrá los diezmos; predique sobre las misiones y tendrá una iglesia misionera". El efecto de la prédica convincente no se deja esperar. Al abordar desde el pulpito las misiones en forma sostenida y sistemática, se les está brindando el lugar de preeminencia que la misma Biblia les da.
La conferencia debe durar unos tres o cuatro días a lo sumo, pero no menos. Dicen que "una golondrina no hace verano". Las verdades de Dios debe ser expuestas con claridad y eso toma su tiempo. Úsense mapas, afiches y carteles con textos misioneros, hágase la publicidad pertinente, invítese a un buen orador que sienta ardor por las misiones y convóquese a toda la membresía; niños, jóvenes, adultos y ancianos, incluyendo a los "nuevos". Esté usted seguro de que los recién convertidos captaran el mensaje y se comprometerán con las misiones más plenamente que nuestros "viejos" creyentes. Tampoco debe sorprendemos que, si invitamos a inconversos, éstos lleguen a ser fuertemente impactados por la Palabra de Dios, al notar con cuánta seriedad nos preocupamos por la salvación eterna de las almas. Sí, ¡la Conferencia Misionera Anual es para toda la iglesia!
¿Despierta el gigante? Depende de nosotros, los pastores. Tal el pastor, tal la iglesia. Si hay un pastor con visión misionera, habrá una iglesia misionera. Y cuando hablo de pastores también pienso en los líderes en general. Si muchos de los cristianos activos que acompañan al pastor en el trabajo de la iglesia tuvieran visión misionera, no inhibirían las sugerencias y planes del pastor hacia esa dirección.
Jeremías 20.11 dice: "Jehová está conmigo como poderoso gigante". En realidad, más que sentimos nosotros como gigantes, debemos estar conscientes que el gigante es Aquél que está a nuestro lado, para ayudarnos a librar las batallas de Jehová Dios.
Vislumbro un horizonte, no muy lejano por cierto, en el que, esparcidas a lo largo y a lo ancho de nuestra amada Latinoamérica, florecen numerosas agencias y estructuras misioneras, escuelas de capacitación y entrenamiento, centros de investigación que localizan los campos blancos y apuntan estrategias. ¡Sí, nuestra América Latina, unida al concierto internacional, haciendo su contribución generosa y sacrificial con miles de sus mejores hombres y mujeres apresurando la evangelización mundial!

Tomado desde "Apuntes Pastorales", Volumen VI, Número 5